Cabildo Indigena Muisca de Bosa
¿Qué es el Cabildo Indigena Mhuysqa de Bosa?
Somos descendientes de los antiguos pobladores y originarios del territorio de Bacatá, herederos del antiguo resguardo de Bosa, nos auto reconocemos como pertenecientes del pueblo indígena Muisca y nos organizamos administrativamente como cabildo, siendo esta organización una entidad pública de carácter especial reconocida por el ministerio del interior. Como pueblo originario del territorio de Bogotá, se construye el Plan de vida de la comunidad indígena Muisca de Bosa “palabra que protege la semilla”, allí se realiza una revisión histórica, un diagnóstico y una proyección comunitaria identificado en tres etapas: el Arado, el Alistamiento de la semilla y el sembrado. En este orden de ideas, se presenta de manera general el contexto histórico que allí se construye:
“Nuestra identidad indígena, al igual que la de todos los pueblos y culturas del mundo, está constantemente mutando y evolucionando. Los pueblos indígenas a través del devenir histórico hemos venido incorporando en nuestro acervo cultural elementos de otras culturas.
Muchas identidades indígenas, para poder sobrevivir y perdurar en el tiempo, han tenido que mimetizarse utilizando formas propias de la sociedad mayoritaria”. (Cabildo. 2001: 18)
Hablar del pueblo Muisca en la actualidad trae consigo muchas percepciones, ideas y posturas al respecto. Por un lado, los estudios desde la academia se relatan desde las fuentes históricas de datos etnográficos construidos en el Siglo XVI, los cuales provienen de manera directa o indirecta de cronistas, frailes y funcionarios de la corona. Lo cual sirvió para iniciar un corpus de documentación que buscaba reconstruir la historia y algunas especificaciones de la comunidad Muisca de Bosa. No obstante, cabe señalar las problemáticas que esto conlleva, partiendo del análisis imparcial realizado en aquel momento y la falta de profundidad histórica que no da cuenta de la tradición de la comunidad. Presentando a la “invasión territorial” como el descubrimiento de un territorio que desde la mirada tradicional ya era conocido, explorado y heredado de generaciones a generaciones.
Consolidando parte de la información recolectada, se identifica que la población Muisca se consolidó social, económica, cultural y políticamente en las altas planicies de la Cordillera Oriental de Colombia, abarcando los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y la parte sur de Santander. Tras la interpretación realizada por el cronista Miguel Triana de fronteras establecidas por la presencia de piedras pintadas, enmarca el territorio Muisca:
“…por el sur el territorio de Tibacuy, Pasca, Fusagasugá, Tequendama –Soacha, caminando por la frontera occidental hacia el norte encontramos Bojacá y Facatativá, con boquerones de acceso sobre las tierras bajas de Tena y Zipacón, al norte de Facatativá siguiendo la frontera occidental está Subachoque continuando por Sutatausa, en el extremo norte de esta frontera occidental está Muniquira, Chipabtá y en la última rinconada de la altiplanicie Chiquinquirá, volviendo a la derecha, con rumbo al oriente Susacón, Sátiva y Soatá, al rincón del nordeste Sogamoso, en la frontera oriental Ramiriquí y Samacá. Y por último en el rincón suroeste Boquerón y Fosca.”. (Triana, El jeroglífico Chibcha, 1970, págs. 206 - 212)
Federación Muisca (Triana, 1924)
En este punto, es importante tener en cuenta datos arqueológicos que nos permiten identificar los periodos Muisca temprano y Muisca tardío[1] caracterizados por el aumento de la población asentada en el altiplano y con ello la consolidación de centros políticamente influyentes en la región, donde se afianzaron lazos de intercambio y redes de circulación de productos. Siendo importante aclarar, que la ocupación de la sabana se dio aproximadamente hace 16.000 años A.C., es decir, en el periodo arcaico de América; en el cual paulatinamente inicia un proceso de sedentarización donde las amplias zonas de captación de recursos socioeconómicos se convirtieron en centros de explotación y transformación, dando así paso a la consolidación, integración o conformación de comunidades, en este caso el del pueblo Muisca que enmarca una integración sociopolítica y de conocimientos tecnológicos.
En relación a la información sobre la organización social del pueblo Muisca, se presenta que la comunidad contaba con un sistema de parentesco matrilineal, donde la máxima autoridad se denominaba Zipa o Zaque. Esta autoridad contaba con una jurisdicción territorial donde interactuaban núcleos o clanes familiares unidos por un lazo de parentesco que conformaban un sistema de intercambio de acuerdo con la fertilidad de la tierra, lo anterior analizado a través de lo planteado por José Rozo (1978) en el esquema de organización sociopolítica del pueblo Muisca.
Secuencialmente con la llegada y el recorrido del general Jiménez de Quesada se identifica que cada pueblo tenía el nombre de su cacique que lo gobernaba, delimitando el territorio y la comunidad Muexca[2], proponiendo así una división territorial en dos grandes confederaciones Bogote y Hunza, lo que hoy en día comprende Bogotá y Tunja respectivamente, al igual que la importancia de otros cacicazgos como se presenta en el siguiente mapa.
Entendiendo que existieron dinámicas de intercambio y relación del pueblo Muisca con otras comunidades, se identifica que la población Muisca se abastecía de materias primas pertenecientes a diferentes nichos ecológicos, estableciendo un sistema de solidaridad y redes sociales de intercambio, donde se transformaron y circularon productos de suma importancia para la cotidianidad de las comunidades. Siendo relevante vislumbrar los diferentes conocimientos de las prácticas culturales y artísticas como: las artes, la ciencia, la concepción del territorio, las creencias mítico-religiosas, la iconografía y la toponimia que evidencia las tradiciones inmersas en el territorio Muisca.
Ahondando en la contextualización de la ocupación de la comunidad indígena Muisca, en lo que actualmente comprende el Distrito capital y específicamente en la Localidad de Bosa; es pertinente entender que la historia de la comunidad Muisca no se remite a un pasado remoto, que a pesar de estar incluidos en un círculo oficial del origen de la cultura nacional y remitida a una comunidad del pasado, evidenciada en los museos, la literatura, el arte contemporáneo, la música, los motivos y diseños precolombinos, entre otros. En la actualidad, se tienen bases culturales e históricas que evidencian el proceso de transformación cultural, sincretismos y se podrían establecer las dinámicas de aculturación que se originaron en el territorio ancestral de la comunidad, dando inicio a la conformación de resguardos de origen colonial; de los cuales es pertinente entender, que fueron instancias sociopolíticas propias de la colonización que buscaban controlar las dinámicas ancestrales de producción propia de las comunidades indígenas y reducir las poblaciones, entregando el territorio ancestral a los “conquistadores”. Evidencia de lo anterior, se encuentra el mapa presentado a continuación que vislumbra la división territorial realizada con el fin de oficializar la tenencia de las tierras entre 1550 – 1600.
Tenencia de tierras, Santa Fe de Bogotá y Aledaños, 1550-1600 (Carrasquilla Botero, 1989)
“El resguardo indígena existió en Bosa hasta 1851, año en que la Cámara Provincial de Cundinamarca decretó la libre enajenación de las tierras que habían sido otorgadas a los indígenas. Entre 1856 y 1858 la disolución del resguardo de Bosa se completó (Puyo), de manera que el territorio pasó a posesiones individuales, de las que algunos indígenas se hicieron acreedores, así como también hacendados latifundistas, quienes empezaron a crear latifundios con la compra o intercambio de predios con los indígenas”. (Durán, 2005, pág. 305)
Al consolidarse la instancia sociopolítica de resguardo, la comunidad indígena Muisca de Bosa inicio dinámicas de producción agrícola y las condiciones de potestad y autonomía fueron relegadas, donde los datos históricos de la localidad de Bosa presentan que:
· “El resguardo indígena existió en Bosa hasta 1851, año en que la Cámara Provincial de Cundinamarca decretó la libre enajenación de las tierras que habían sido otorgadas a los indígenas. Entre 1856 y 1858 la disolución del resguardo de Bosa se completó (Puyo), de manera que el territorio pasó a posesiones individuales, de las que algunos indígenas se hicieron acreedores, así como también hacendados latifundistas, quienes empezaron a crear latifundios con la compra o intercambio de predios con los indígenas”. (Durán, 2005, pág. 305)
De la dinámica de disolución del resguardo de origen colonial, se inicia un proceso de transformación donde en 1954 Bosa es adscrita administrativamente a Bogotá, generando nuevos espacios de interacción cultural, social, políticos y económicos, incorporando a los comuneros en un nuevo sistema de trabajo, situación que propició un sincretismo cultural que de manera consciente o inconsciente mimetizó prácticas propias bajo diversas dinámicas mestizas, lo anterior, entendido actualmente como una estrategia de resistencia étnica.
En el contexto actual de la Nación, las preguntas en torno a la memoria y presencia de los Muiscas no son pocas. Por un lado, retomando la postura histórica oficial que plantea que la comunidad fue extinta culturalmente poco después de la incorporación de La Corona; y por otro lado, se presenta una realidad cultural que vislumbra la pervivencia de la comunidad indígena Muisca de Bosa en su territorio ancestral; la cual desde el año 1992 inicia un proceso de revitalización de la identidad étnica, generando espacios de autorreconocimiento y fortalecimiento de sus tradiciones inmersas en prácticas y dinámicas de “los colonos” de la localidad.
En este punto, el término de “etnogénesis”[3] se entiende por medio de la relación entre el territorio heredado ancestralmente y las condiciones socioculturales que emergen en los pobladores descendientes y poseedores de las tradiciones Muiscas. Tras un proceso de reconocimiento oficial de la Dirección General de Asuntos Indígenas (DGAI) del Ministerio del Interior mediante el oficio 4047 del 17 de septiembre de 1999, se reconoce el carácter especial de la comunidad indígena Muisca de Bosa, siendo legitimado el Cabildo como organización sociopolítica que representa a la comunidad.
“…Los límites territoriales se ubican fundamentalmente en el asentamiento rural de las veredas San José y San Bernardino que se localizan en el hinterland comprendido por la desembocadura del río Tunjuelito sobre el río Bogotá. Dentro de estas dos veredas se han construido algunos barrios, (…), donde habitan muchas familias pertenecientes a esta comunidad. Muchas familias también se encuentran asentadas en otros puntos de Bosa, (…) y otros se han ido desplazado a otros lugares…” (Ministerio del Interior, 1999)
La comunidad indígena Muisca de Bosa, ha fomentado procesos de fortalecimiento y apropiación cultural del territorio mediante sus prácticas o tradiciones propias, generando espacios de resistencia cultural ante las entidades públicas que no comprenden las dinámicas internas de la población, propiciando espacios en los cuales las prácticas culturales propias de la comunidad se ven amenazadas, lo anterior magnificado por los diversos proyectos de expansión urbanística de Bogotá D.C, que continúan delimitando y restringiendo territorialmente a la comunidad e imponiendo una serie de transformaciones socioculturales.” (Castaño , y otros, 2020, págs. 31 - 39)
Los Clanes
Es importante entender que los clanes familiares de la comunidad indígena Muisca de Bosa identificados en la actualidad, corresponden a grupos de comuneros que tienen rasgos en común como: lazos de parentesco, consanguinidad, en algunos casos se identifican por el ejercicio de un oficio o labor, se concentran especialmente en una parte específica del territorio, y son reconocidos en su mayoría por algún apodo o sobrenombre.
En promedio, un clan lo conforma entre 60 a 150 comuneros que corresponde a toda la descendencia de los abuelos o “mayores”, sus hijos y sus familias, sus nietos, bisnietos, tataranietos y demás descendencia, en últimas, un clan es una gran familia extensa.
Si bien dentro de la estructura sociopolítica actual de la comunidad indígena Muisca de Bosa, no se contempla algún tipo de jerarquía o posición de los clanes familiares, sí se evidencia una fuerte participación de varios de los integrantes más representativos, incluso, en los procesos de elección de autoridades tradicionales del Cabildo indígena se puede evidenciar como algunos de estos clanes han mantenido su participación activa a través de la representación de varios de sus líderes. Asimismo, algunos de los abuelos o “mayores” de los clanes han asumido diferentes roles o espacios al interior de la estructura organizativa del Cabildo como; en el consejo de “mayores” o participan en diferentes espacios comunitarios para sentar su voz en temas como tierras o en distintas reivindicaciones colectivas.
Los clanes familiares además permiten la movilización, participación y visibilización de los procesos sociopolíticos de la comunidad. En ocasiones, todos los integrantes del clan no participan en los escenarios comunitarios, pero algunos de sus representantes o líderes se encargan de transmitir y mantener informado al clan sobre las actividades o procesos que se adelantan. Es así que, dependiendo de la participación o representación de algún integrante del clan familiar, el resto del clan se moviliza para apoyar o respaldar a su líder.
En cuanto a tradiciones socioculturales, los clanes familiares son la primera instancia de reproducción social, transmitiendo sus conocimientos a las generaciones más jóvenes. Encontrando que los “mayores” de cada clan suelen ser los primeros cuidadores de sus nietos, bisnietos y tataranietos, enseñando las conductas básicas de comportamiento individual y comunitario que le permitirá a su clan relacionarse con otros clanes.
Aprendiendo los oficios o labores básicas como el tejido, el bordado, el proceso de cuidado hacia una planta o un animal, la transformación de materia prima tanto para la producción artesanal o la gastronómica. En este orden de ideas, se presentan espacios autónomos de aprendizajes entorno a la cosmogonía, cosmovisión y percepción de la vida y de la muerte dentro de la comunidad, donde por medio de la palabra se transmiten estos conocimientos arraigados al territorio y que determinan una dinámica fundamental de interacción familiar en la comunidad.
Estantillos
Culturalmente en la comunidad indígena Muisca de Bosa, se identifica que la interacción cultural de los clanes y su pensamiento se entrelazan en ejes, bases o “estantillos” transversales a diferentes interacciones; en ese orden de ideas, desde la visión de la comunidad se identifican siete “estantillos”: Territorio, Educación propia, Cultura, Economía y sustentabilidad propia, Medicina tradicional y salud, Espiritualidad y Pensamiento propio, Gobierno y Justicia propia. Los cuales se presentan a continuación.
Directorio telefónico de los procesos:
Cabildo Indígena Muisca de Bosa
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